Dos Poemas Cortos
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Los clavos.
Rafael Antonio Flores.
El escalofrío recorre mi espalda con ímpetu, penetra la columna y parte en dos mi cuerpo, las coyunturas y tuétanos se trastornan mientras el ardor similar al de clavos atravesando mi hígado me dobla de dolor.
Dolor que atraviesa, dolor que sostiene, dolor que sujeta; así se saborea el lenguaje, la historia, la existencia; como clavos que traspasan, se encajan en cada uno de nosotros, de manera violenta violan el espacio y así sostienen.
Así se saborea el dolor, con su sabor metálico y color carmesí profundo.
Porque esos clavos derraman sangre y producen dolor. Esas puntas matan mientras sostienen y sostienen mientras matan, las palabras, las ideas, la historia, son esas las dagas con las que atacamos a los otros, rompemos con todo; y dejamos sentir nuestro sabor metálico, mientras, traspasan con ímpetu el costado metálico carmín de nuestro tronco, pues somos el escalofrío que lentamente recorre mi espalda.
-Los clavos de la noche, fragmento-
-Pensamientos bajo el sol, escribir, esbozo I-
Rafael Antonio Flores.
Escribir como una fuga de la realidad, pues esta no oye lo que uno escucha, no sabe lo que uno ve; escribir alivia cuando los pensamientos duelen, cuando la piel aprieta y las voces gritan.
Escribir para describir la realidad, escribir para configurar los fenómenos, escribir para trastornar (se).
Un acto bélico lleno de memorias y palabras, continuo deshacer para poder hacer, es la entrega inmediata de la esencia actual de mí ser, que ha sido puesta para hollarse en la mirada, palabras y escritos de los otros.
Escribir para que mis palabras se graben en piedra, se esculpan con cincel y martillo; tallar las palabras en la superficie, rompiendo lo cotidiano.
Escribir para penetrar en los otros y traspasar sus límites, transgredir sin ser detectado; violento, arcaico, agresivo, escribir.
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