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Democracia a pedido... no es democracia..

Publicado en 18 Abril 2013

Democracia a pedido... no es democracia..

El poder es efecto del malestar en la cultura

Enrique Carpintero

Publicado en Topía Revista - Año XI - Nº 31- Mayo / Agosto 2001

La cultura consistió en un proceso al servicio del Eros que, a lo largo de la historia fue uniendo a la humanidad toda. A este desarrollo se opuso -y se opone- como

Malestar, la pulsión de muerte que actúa en cada sujeto.

Es por ello que la cultura crea un espacio-soporte donde se desarrollan los intercambios libidinales. Este espacio ofrece la posibilidad de que los sujetos se encuentren en comunidades de intereses, en las cuales establecen lazos afectivos y simbólicos que permiten dar cuenta de los conflictos que se producen. Es así como este espacio se convierte en soporte de los efectos de la pulsión de muerte.

De esta manera, podemos establecer la hipótesis de que el poder es consecuencia de este malestar en la cultura. Por ello aquellos que ejercen el poder encuentran su fuente en la fuerza de la pulsión de muerte que, como violencia destructiva y autodestructiva, permite dominar al colectivo social. Esta queda en el tejido social produciendo efectos que impiden generar una esperanza para transformar las condiciones de vida del conjunto de la población. En este sentido, es importante tener en cuenta un poder que represente los intereses de una minoría de otro en manos de la mayoría de la población.

Esta situación es producto de condiciones económicas, políticas y sociales. Sin embargo desde que el mundo es mundo, a excepción de breves períodos históricos y en determinados países, existe una empresa dirigida desde el poder para organizar el sometimiento de los pobres. Este hecho fue ocasionando contradicciones y tensiones que se han resuelto de diferentes maneras en cada momento histórico, ya que es imposible pretender que los seres humanos vivamos según el orden de un hormiguero o un panal. Su objetivo es controlar la libertad y la condición pulsional del ser humano.

Por ello el poder no se agota en los aparatos del Estado, los grupos económicos, los partidos políticos y las instituciones sociales sino también-deberíamos decir fundamentalmente- se encuentra en cómo se relacionan los sujetos en la sociedad. Es aquí donde la visibilidad del poder se hace invisible. En la actual etapa del capitalismo debemos agregar la particularidad de que el poder ha unificado a nivel mundial una cultura que, al no crear un espacio-soporte, lleva a una comunidad destructiva. Una comunidad donde impera el “sálvese quien pueda”. Una comunidad donde la afirmación de uno implica la destrucción del otro produciendo una metamorfosis del tejido social y ecológico cuyas consecuencias son imprevisibles para el futuro de la humanidad.

El poder es humano y está históricamente determinado.

Hoy lo podemos representar en el hombre de Davos. Este es en su gran mayoría varón, norteamericano, joven, maneja las nuevas tecnologías, es adepto a la nueva economía y, fundamentalmente es muy rico. El Foro Económico de Davos es uno de los más importantes referentes internacionales del dinero que ha impuesto el actual modelo neoliberal capitalista. Está conformado por empresarios, políticos, líderes de opinión, intelectuales globalizados, etc.

Todos ellos representan a empresas líderes mundiales. Se reunen desde 1971, todos los años, en enero por iniciativa de la World Economic Forum en la estación de esqui de Davos, en los alpes suizos, para decidir el futuro del mundo. De allí surgió la globalización, la globalización responsable, la nueva economía, las empresas puntocom. Su objetivo claramente establecido es imponer el predominio del capital financiero, la desaparición de lo público, la construcción ideológica del empresario como creador de riqueza, la desaparición de los controles para los procesos de producción, distribución y comercialización de todas las relaciones sociales.

Esto ha llevado a que el producto bruto mundial creciera de una manera sin precedentes en la historia de la humanidad. Su principal beneficiario ha sido EEUU, donde una minoría de la población es cada vez más rica. Sin embargo no han podido prever la crisis financiera de 1997 y 1998, ni la espectacular caída de las empresas de Internet.

Tampoco los problemas que atraviesa Europa con el mal de “las vacas locas”; la situación de miles de inmigrantes en diferentes países y el auge de la discriminación y el racismo; la contaminación con uranio de la guerra de los Balcanes; los apagones regulares que se realizan en California, la región más rica de EEUU y la sexta economía mundial, luego de que las empresas de electricidad fueron privatizadas; la crisis de la vivienda en Chicago ante la combinación de nieve y frío que han puesto en evidencia la precariedad de la construcción en el país de mayor tecnología.

Mucho menos las consecuencias de esta política económica y social donde la terrible desigualdad social ha llevado a que de los actuales 6.000 millones de habitantes del planeta, 1300 sobreviven debajo de la línea de pobreza, con menos de 1 dólar por día, en tanto 2.800 millones sobreviven a duras penas con menos de 2 dólares diarios. Es decir, durante las tres décadas de existencia del Foro de Davos, las desigualdades en el mundo entre ricos y pobres y entre países se han multiplicado por 50. En la Argentina significa que el 40% de la población son excluidos de los beneficios sociales, económicos y culturales. De esta manera han aparecido serios problemas ecológicos, una gran crisis sanitario-alimenticia y la fragmentación del tejido social.

Este poder, sin mucha imaginación, se convocó este año con la consigna de disminuir estas desigualdades ya que los ricos ven que la noche se les viene encima pues los excluídos no pueden tolerar esta explotación extrema. Por supuesto, su resultado fue más de lo mismo: el mundo es inmodificable, quien crea lo contrario solo está anunciando mayores catástrofes.

El poder del actual capitalismo es borgeano.

Borges es considerado uno de los más importantes escritores del siglo XX. Pero tiene en sus textos varios olvidos. La sexualidad está excluida, tampoco existe un espacio social ni dimensión histórica. Por eso, como dice Georges Steiner, Borges no escribió novelas ya que a su arte le falta lo que el género requiere. En este sentido su pensamiento elitista y aristocrático lo llevaba a decir que “la democracia es un error estadístico porque en la democracia decide la mayoría y la mayoría está formada por imbéciles”. El poder decidió ser borgeano y evitar este error estadístico tomando las decisiones sin importarle qué piensa o vota la mayoría. Como todos somos “imbéciles” se nos promete una cosa y luego se hace lo que le conviene a los más ricos.

Un informe de la Naciones Unidas plantea que las cien mayores empresas del planeta se han transformado en “las dueñas del mundo”. Encabezadas por General Electric manejan el 60% del importe de las operaciones de fusión y adquisición de empresas. Estos grupos han alcanzado un poder inigualable al repartirse el control de los principales mercados. Frente a la dimensión planetaria del mundo de las empresas los gobiernos de cada país deben subordinarse a estas políticas empresarias. Un buen ejemplo de esta situación fue la asunción el año pasado de James Walsh como embajador de EEUU en la Argentina. En su presentación escrita al Senado norteamericano dejó claramente establecido que se comprometía en sus nuevas funciones a “trabajar duramente para representar los intereses de las empresas norteamericanas”.

Los embajadores no representan países sino empresas. Los políticos también. Para hacer las campañas en las elecciones donde los programas de gobierno han sido remplazados por el marketing electoral deben invertir millones de pesos que son ofrecidos por las grandes empresas y los grupos que operan en el “lavado de dinero” proveniente del narcotráfico y otras mafias internacionales que luego se cobran con leyes que las benefician. De esta manera la democracia se ha vaciado de sentido ya que el capitalismo financiero ha logrado un entramado de capitales provenientes de operaciones legales e ilegales que se necesitan mutuamente. Aunque el poder de las grandes empresas necesita para mantener su hegemonía limitar la influencia de los capitales en “negro”.

Este es el sentido de reducir la corrupción que se encuentra en altos niveles del poder en todos los países del mundo. Es decir, limitarlo para ejercer un control sin que ello implique terminar con los “paraísos fiscales”, el secreto comercial y bancario, las coimas, los aportes a los partidos políticos, etc. Es que el mundo actual está organizado sobre la base del dinero y éste una vez puesto en circulación no se puede diferenciar ya que la presión por el consumo permite comprar desde caramelos hasta generales y políticos.

De esta manera no nos debe extrañar que, el último día de su mandato, Bill Clinton indultara al millonario financista Marc Rich prófugo de la justicia de EEUU durante12 años por estar acusado de innumerables estafas. Sus aportes al Partido Demócrata y las presiones internacionales del, por entonces, primer ministro israelí Ehud Barak y del rey de España, entre otros, hicieron que firmara el indulto. Tampoco puede resultar insólito que, en un país que se arroga ser el defensor de la democracia en el mundo, George Bush ganara las elecciones impidiendo el recuento de votos de su contrincante Al Gore.

En la ceremonia de asunción muchos delegados que supervisan elecciones en diferentes países del Tercer Mundo aplaudieron durante varios minutos a la secretaria de estado Katherine Harris que resultó vital para impedir contar votos en el Estado de la Florida. En un exceso de entusiasmo el relator la comparó con Juana de Arco y la Madre Teresa.

“Hay cada vez menos democracia en los tiempos de la globalización obligatoria”, escribe Eduardo Galeano y continua: “nunca tantos hemos sido gobernados por tan pocos. Hay cada vez más injusticia en la distribución de los panes y los peces”. Sin embargo esta descripción que estamos realizando sobre la situación en el mundo no implica establecer que el Mal es inherente al actual capitalismo.

Esto puede llevar a la simplificación de que se crea en la necesidad de un grupo de gente y un programa que represente el Bien para que éste triunfe. Sabemos que esta perspectiva mesiánica y utópica esta basada en una ilusión cuyas consecuencias fueron los social-autoritarismos stalinistas. Tampoco plantear que se ha hecho tan evidente la arbitrariedad e injusticia del poder que es necesario derrotarlo de cualquier manera.

Es decir, el fin justifica los medios. También sabemos que los medios llevaron a justificar los fines totalitarios. Un análisis del funcionamiento del poder en la actualidad nos debe llevar a las razones para que éste pueda imponerse con total impunidad. Las razones para que la mayoría de los ciudadanos acepten estas circunstancias como algo natural donde lo posible es el capitalismo elevado a la categoría de existencia necesaria para la vida humana como si fuera un hígado, un corazón o el oxígeno que respiramos. Las razones que permitan encontrar los medios para construir una democracia basada en una distribución equitativa de los bienes materiales y no materiales.

Es decir, un poder de la mayoría de la población que genere una cultura donde se puedan desarrollar las posibilidades creativas y permitir desplazar los efectos de la pulsión de muerte. Es cierto que el socialismo cometió el error de poner fecha al paraíso sobre la tierra. Las religiones fueron más astutas al prometer algo que no puede ser verificado. El capitalismo neoliberal lo dio por hecho: la historia llegó a su fin; el que no lo entienda no está adaptado. Sin embargo comienza a aparecer un sujeto que se rebela.

Este es un sujeto que tiene una entidad fragmentada que suma diferentes rebeldías y lecturas del capitalismo globalizado. Un sujeto que anuncia las nuevas contradicciones de un siglo que recién comienza: algunos con propuestas antiliberales y otros desde una posición anticapitalista que aún no se ha consolidado en una alternativa política. Un sujeto que comenzó a expresarse en Seattle hace menos de dos años y que intentó manifestarse en el Foro de Davos. Pero los alpes suizos fueron tomados por la policía y las fuerzas militares armadas con elementos de última tecnología para impedir cualquier manifestación anticapitalista a 100 kilómetros a la redonda. La democracia suiza se transformó por una semana en un país en Estado de Sitio.

Es decir la democracia capitalista es a la carta: cuando los empresarios quieren es democrática, si no, es una dictadura que impide la libre expresión. Este es el poder. Sin embargo la protesta en las calles de Davos y en las otras reuniones de “los amos del mundo” continuará. Esto es lo que da sentido al, recientemente creado, Foro Mundial de Porto Alegre y otras reuniones que se realicen. También continuará el trabajo de reflexión, propuestas e impugnación a la realidad existente; éstas anuncian que la historia esta muy lejos de haber terminado.

Democracia a pedido... no es democracia..

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